CUERPO-MENTE-CUERPO

CUERPO-MENTE-CUERPO

LA MENTE TAMBIÉN ES CUERPO; EL CEREBRO PERMITE PENSAR Y ASÍ SE HACE LA MENTE.

El cuerpo y la mente son dos elementos dependientes, no se pueden entender por separado. Así lo afirma la neurocientifica Candace Beebe Pert.

Autora del best seller Molecules of Emotion (Las moléculas de la emoción).

Esta científica descubrió el receptor opioide. 

Los receptores opioides son proteínas y se agrupan en la membrana celular a la espera de una señal química específica que llegará a través del líquido extracelular. La señal se adaptará como una llave a una cerradura, mediante un proceso llamado ligazón y con este enlace se transmitirá el mensaje molecular al receptor. Este enlace implica una alteración que llevará a la molécula a una reorganización, una reacción que produce cambios de forma hasta que la información entre en la célula. 

El receptor que lleva el mensaje al interior de la célula, la hace variar de forma drástica. Ello provoca una reacción en cadena de procesos bioquímicos que es dirigida por el mensaje del ligando, que a su vez conlleva múltiples tareas: elaboración de nuevas proteínas, apertura o cierre de canales iónicos, división celular, etc. 

Es decir, la vida celular depende de los receptores que están en su membrana y si estos están ocupados por ligandos o no. Los transportadores de esa comunicación son los llamados neuropéptidos.

La información de las células secretoras de péptidos produce cambios fisiológicos que, a su vez, implican una retroalimentación. Sobre la base de este feedback se produce un número determinado de péptidos y de diferentes clases. Esto significa que la información usa un lenguaje codificado precisamente por los neuropéptidos y sus receptores,  las sustancias físicas de la información. Entonces la información se convierte en el enlace entre psique y cuerpo, esas moléculas de información usan ese lenguaje para comunicarse a través de la red compuesta por los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico, es decir una red psicosomática.

EMOCIONES

Otro aspecto fundamental de las teorías de la profesora Pert es la afirmación sobre las emociones. 

A partir de la red psicosomática, los péptidos son la manifestación bioquímica de las emociones. 

Los péptidos, o al menos la mayoría de ellos, alteran el comportamiento y el estado de ánimo; actualmente se trabaja con la hipótesis de que cada uno de ellos pueda despertar un determinado estado emocional, por lo que todo el grupo de péptidos, entre 60 o 70 macromoléculas, podrían constituir un lenguaje bioquímico universal emocional.

A este respecto la Dra. Pert señala “Las emociones son el contenido de información intercambiado, con los órganos, células y sistemas que participan en el proceso, a través de la red psicosomática. Así como la información, las emociones viajan en dos realidades: la de la mente y la del cuerpo, como péptido y receptores en la realidad física y como sentimientos y emociones en el plano mental”. (1)

Por ello deduce que cada péptido mediatiza un determinado estado emocional, significando que todos los pensamientos, creencias, percepciones sensoriales, y de hecho todas las funciones corporales estarían influidas por las emociones, puesto que en todas intervienen los péptidos.

CEREBRO

La mente no está localizada en el cerebro; está distribuida por todo el organismo en forma de moléculas señal. La red psicosomática implica, contrariamente a lo que se creía, que el sistema nervioso no está estructurado jerárquicamente.

“Los glóbulos blancos son partes del cerebro que flotan por el cuerpo”.(2)

El sistema inmunológico, incluyendo el sistema nervioso central, tiene memoria y capacidad de aprendizaje, de ahí deduce que la inteligencia se encuentra en todas y cada una de nuestras células del cuerpo, por ello la separación de procesos psíquicos y procesos orgánicos no sería cierta. Pert en su estudio sobre los receptores que procesan la información en las membranas de las células nerviosas descubrió que “los mismos receptores «neurales» estaban presentes en la mayoría, si no en todas, las células del cuerpo”.(3)

Los estudios de la profesora Pert han sido muy importantes en el desarrollo y avance de la psiconeuroinmunología. Apunta imposible la separación cartesiana de mente y cuerpo. y lo demuestra basándose en que toda enfermedad tiene siempre un componente psicológico.(4) En esta misma línea habla Antonio Damasio en El error de Descartes (5) en 1994, con su hipótesis del marcador somático, explica el mecanismo por el cual los procesos emocionales guían e influyen en la conducta, y especialmente en los procesos de toma de decisiones de las personas. 

Esta corriente de investigación ya estaba generalizada a partir de la década 1990 “en la tradición médica post-cartesiana (…) el papel que las emociones desarrollan en el pensamiento”.(6)

Finalmente ello implicaría que la cognición es un fenómeno extendido por todo el organismo que opera a través de una compleja red química de péptidos que auna todas nuestras actividades, sean éstas mentales, emocionales u orgánicas.

La enfermedad por tanto estaría asociada ineludiblemente a las emociones. Cuando estas son expresadas todos los sistemas del organismo forman un corpus unificado, pero cuando son negadas y reprimidas, dichas emociones quedarían atrapadas por nuestro cuerpo físico, los sistemas se bloquean y nos llevaría a la enfermedad. Pero también indica que dichas emociones pueden ser liberadas y por tanto eso nos puede llevar a la curación. Todo ello lo deduce de sus descubrimientos, sobre la base de que toda emoción tiene un reflejo bioquímico dentro del cuerpo.

Sigue indicando la Dra. Pert que el sistema orgánico está sano cuando ese bucle de información no es entorpecido y el proceso se produce con celeridad. Y propone que a mayor rapidez, más y mejor información recibe la célula, que a su vez permite realizar los cambios necesarios en el menor tiempo posible, lo cual es sinónimo de buena salud, o de curación o mejoría en los procesos de disfunciones orgánicas (enfermedad).(4)

En definitiva, cuerpo es cerebro y cerebro es cuerpo. Ambos colaboran en hacerse y desarrollarse mutuamente. Y aún desconocemos mucho, pero cada investigación aporta un pequeño conocimiento más.

Cuando hablamos de salud, nos referimos al equilibrio psicofisiológico del organismo, a la homeostasis. Uno de los mecanismos de defensa de este equilibrio es el estrés. A la vez, este mecanismo defensivo es causa de desequilibrio psicofisiológico (7) y productor por tanto de trastornos, enfermedades o alteraciones de la salud. ¿Cómo y con qué se pueden producir? Con esfuerzo excesivo en los hábitos de vida, una estimulación violenta e inesperada, exceso de trabajo, disgustos por experiencias muy emocionales y/o cualquier tipo de estimulación violenta y de origen diferente. (8, 9, 10)

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Jiménez Vélez, Carlos A.: La inteligencia lúdica. Magisterio, 2005. ISBN 9789582008284. p. 126
  2. Villasante, Tomás R. Desbordes creativos: Estilos y estrategias para la transformación social. CYAN, 2006. ISBN 9788483192665. p. 121
  3. González Pereda, Jesús. Conciencia. De la ciencia a la conciencia. Bubok, 2012. ISBN 9788468610436. p. 151
  4. Pert, C.B.: Molecules of emotion. The secuencie veteen Mind-bodymedicine. Scribner, 1999. ISBN 0-684-84634-9
  5. Damasio, A.: El error de Descartes. La emoción, la razón y el cerebro humano. Destino, 2011 p. 140
  6. Henrik Lagerlund ed., Forming the Mind. Springer 2010 p. 15
  7. Jeammet, Ph. et al. Manual de psicología médica. La patología Psicosomática. Masson, 1995. ISBN 978-84-458-0445-2. cit. en Infante de la Torre, J.R. Efectos de una reducción de estrés sobre el eje inmuno-neuroendocrino. Tesis doctoral. Departamento de Bioquímica y Biología molecular, Universidad de Granada. Enero, 1995. p. 5.
  8. Segerstrom, SC, Miller GE. Psychological stress and the human immune system: a meta-analytic study of 30 years of inquiry. Psychol Bull. 2004 Jul;130(4):601-30.
  9. Kopp MS, Réthelyi J. Where psychology meets physiology: chronic stress and premature mortality-the Central-Eastern European health paradox. Brain Res Bull. 2004 Feb 1;62(5):351-67. 
  10. McEwen, B. S. Lasley, E. N. The end of stress as we know it. Joseph Henry Press, 2004. ISBN 978-0-309-09121-3.